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El futuro del deporte en Cuba: ¿fútbol o béisbol?

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Por Jack Hallinan

       Caminas por una calle de La Habana. Te detienes en un bar, donde una multitud se ha congregado. Es mediados de junio, 2018, lo cual significa que hay un torneo de fútbol increíblemente importante que está ocurriendo muy lejos de Cuba, en Rusia. Al igual que en el resto del mundo, en Cuba todos están cautivados.

       La selección nacional de Cuba no está jugando en Rusia. En lugar de una camiseta cubana, los jóvenes llevan camisetas de Brasil o Argentina (después de todo, Diego Maradona era amigo personal de Fidel Castro). Es muy posible que nadie pueda decirte cuál equipo ganó el Campeonato Nacional de Fútbol de Cuba en 2017 (Futbol Club Santiago de Cuba) o quién es Lester Moré, el jugador con más goles para la selección nacional; pero esos adolescentes que juegan fútbol en las calles sin duda aman a Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar y Paul Pogba. 

        Sí, Cuba no está jugando en Rusia, pero la gente ve fútbol de todas maneras. Este bar en La Habana muestra el fútbol. Las Ligas Grandes de los Estados Unidos o la Serie Nacional de Béisbol (SNB) están notablemente ausentes de la televisión.

        La imagen anterior no hace justicia al estado del béisbol en Cuba, pero es indiscutible que hay una lucha entre el deporte nacional altamente valorado en el país, y el deporte mundial, esa fuerza inevitable que ha penetrado incluso el régimen de Corea del Norte o las islas remotas del Pacifico como Palau. 

El béisbol no perderá fácilmente su posición como deporte nacional. Ganó su relevancia en la época de la independencia cubana, cuando el deporte representó un distanciamiento de deportes tradicionales españoles, como el toreo. El béisbol era estadounidense, pero era relativamente joven y los cubanos podían adoptarlo como central a la identidad deportiva cubana. Y permaneció central en Cuba durante las décadas siguientes, hasta eventualmente volverse un símbolo del orgullo deportivo amateur de los comunistas, cuando el gobierno disolvió la liga profesional en 1961 e instaló la SNB ese mismo año. Para entonces, y al igual que todos los dictadores del mundo, Castro usó el deporte para fortalecer la identidad nacional y los libros de historia dicen que él era un jugador de béisbol bastante bueno.

Podemos diseccionar los números de los adolescentes registrados como beisbolistas y futbolistas en Cuba, pero la naturaleza del status quo de los deportes en Cuba hace que esa conversación sea inútil. Sin la profesionalización de los deportes en Cuba, el equilibrio entre el fútbol y el béisbol no va a cambiar. Para tener éxito en el mundo del fútbol, los jugadores cubanos necesitan salir del país, como lo hizo Osvaldo Alonso en 2007, después de jugar para Pinar del Río y ganar 17 copas para la selección nacional. Alonso empezó a jugar bajo un contrato de tan solo $12,900, según The Post and Courier de Charleston, Carolina del Sur,  antes de firmar con Seattle Sounders, uno de los equipos más notables de la Liga Mayor de Fútbol (MLS) en los Estados Unidos. Alonso ha tenido una gran carrera para Seattle y Minnesota FC, pero él no juega para Real Madrid, Barcelona, o Manchester United. No será hasta que los cubanos tengan una estrella de fútbol propia, que la popularidad del deporte en la cultura cubana actual produzca frutos. La liga cubana necesita mejorar también, pero muchos de los buenos jugadores no quieren quedarse en Cuba, como la defección de 18 miembros del equipo nacional U-20 en noviembre de 2018 lo demostró, tal y como fue reportado por futboldecuba.blogspot.com. 

Siempre que el amateurismo permanezca, los cubanos podrán ver fútbol y quizás este será más popular entre las generaciones jóvenes. Mientras tanto, el béisbol no triunfará si la liga nacional y la selección nacional pierden jugadores y continúan siendo mal financiados y poco apreciados



Sobre el autor: Me llamo Jack Hallinan y soy un estudiante en el Lawrenceville School en Nueva Jersey y vivo en Winnetka, Illinois. Disfruto jugando y viendo deportes, especialmente el fútbol y el baloncesto, y por definición, amaría tener una carrera en el periodismo de deportes.

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